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U N I V E R S I D A D N A C I O N AL D E L N O R D E S T E Enfermedad de Chagas:
C omu n i c a c i o n e s C i e n t í f i c a s y T e c n o l ó g i c a s 2 0 0 4Situación Actual en Comunidades Aborígenes de Chaco y Formosa.
Sotelo, Natalia S. – Fabre, Adriana R. – Galvan, Miria – Alonso, José M.
Dpto. de Inmunología, Instituto de Medicina Regional. UNNE.
Las Heras 727. 3500. Resistencia, Chaco, Argentina.
03722 – 422793. Email: nssotelo@yahoo.com.ar
Antecedentes
La enfermedad Chagas constituye un problema de salud pública en gran parte de los países de América Latina. La
distribución de morbilidad y mortalidad es un reflejo de la pobreza que aún hoy afecta a la población rural de América
(11). Existen aproximadamente entre 16 y 18 millones de personas infectadas y 100 millones en riesgo de adquirir la
enfermedad (14).La infección se adquiere, en las áreas rurales por medio de vectores triatomineos (en nuestro país principalmente
Triatoma infestans) (15), que tras realizar un sorpresivo ataque, defecan y a la vez eliminan una gran cantidad de
parásitos que penetran en el organismo a través de la piel lesionada. Por el contrario en áreas urbanas libres de vectores,
la enfermedad se transmite por transfusión de sangre (13, 16, 17), por vía transplacentaria (7).
En 1991 la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) en el marco de la “Iniciativa en Salud de los Países del
Cono Sur (INCOSUR)”, creó una Comisión Intergubernamental con el objetivo de:
- Elaborar y ejecutar un plan de acción para la eliminación del Triatoma infestans.
- Interrupción de la transmisión de Tripanosoma cruzi por transfusión de sangre, fortaleciendo la red de
Bancos de Sangre y la selección eficaz de donantes (5, 11).
En nuestro país se ha logrado interrumpir la Transmisión Vectorial del T. cruzi en 4 provincias (Jujuy, La Pampa, Río
Negro y Neuquén), se logró disminuir la prevalencia de infección en niños menores de 14 años y en embarazadas, y en
la actualidad el Programa Nacional de Sangre del Ministerio de Salud de la Nación controla el 100% de los dadores de
sangre (9).
Sin embargo el 86% de la superficie continental del país permanece en riesgo de contaminación vectorial (12), y las
provincias de Chaco y Formosa están categorizadas como provincias con transmisión confirmada, por la notificación de
casos agudos en los últimos años (9).
En 1994 por primera vez, por intervención de la OMS y de las Naciones Unidas, se declaró de interés a la salud de las
comunidades aborígenes incluyendo la determinación de objetivos y logros en todos los proyectos, con una intervención
activa en comunidades ignoradas. Consecuentemente con lo propuesto por estas instituciones internacionales, el
Ministro de Salud Pública de la Nación creó el Programa de Apoyo Nacional de Acciones Comunitarias para las
Poblaciones Indígenas (ANAHI), 2000/2004, con la misión de coordinar y entender en acciones de salud, a fin de
apoyar las acciones humanitarias destinadas a las poblaciones indígenas.
Las comunidades aborígenes constituyen núcleos humanos cerrados, a menudo con localización rural, con escaso
acceso a los servicios de atención médica formal. En general, para todas las etnias, la infraestructura sanitaria de los
asentamientos es prácticamente nula, situación que se agrava por la falta de profesionales "que entiendan" sobre las
peculiaridades de sus culturas, lo que provoca dificultades en la comunicación con dichas grupos.
El ambiente en que se desenvuelve esta población, reúne las condiciones de alto riesgo para contraer enfermedades, en
especial la enfermedad de Chagas. Las viviendas presentan una estructura precaria, muchas veces con techo de paja,
paredes de adobe y piso de tierra, lo que favorece el establecimiento del vector. La convivencia con animales
domésticos que sirven de reservorio del T. cruzi, es otro factor de riesgo (2, 3, 6).
Con el objetivo de conocer las características epidemiológicas de la enfermedad de Chagas en grupos aborígenes de las
provincias de Chaco y Formosa, y como parte de un proyecto de estudio que comprende aspectos epidemiológicos y
clínicos de patologías transmisibles en comunidades aborígenes encarado por el Instituto de Medicina Regional de la
Universidad Nacional del Nordeste, se consideró necesario determinar la prevalencia de la infección chagásica en un
grupo de aborígenes de la Provincia de Chaco y Formosa, teniendo en cuenta que el ecosistema donde habitan dichas
etnias es el ideal para el desarrollo de la infección.
Materiales y Métodos
Entre marzo y diciembre del 2003, se analizaron 369 muestras de suero correspondientes a 112 individuos de la etnia
Toba, 199 Wichis y 58 Pilagás. Los dos primeros grupos residentes de la Pcia. de Chaco y el tercero de la Pcia. de
Formosa. Para ello, se citó a individuos aborígenes a los servicios de salud próximos a sus asentamientos a través de la
intervención de promotores sociales bilingües, ejecutándose el llenado de fichas epidemiológicas, y la extracción de
muestras biológicas.
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Se emplearon las siguientes técnicas para el análisis de las muestras: hemoaglutinación indirecta (4) (HAI - Wiener lab.
Argentina) e inmunofluorescencia indirecta (1) (IFI). Se consideraron positivas las muestras que resultaron reactivas por
ambas técnicas con títulos iguales o mayores a 1/32.
Resultados
La prevalencia general de infección para la población estudiada resulto de 55,83% (206/369). En la población aborigen
formoseña la prevalencia fue de 48,28% (28/58). En los aborígenes del Chaco fue de 57,23% (178/311).
La concordancia entre HAI e IFI fue del 100%. No se obtuvieron resultados indeterminados, ni discordantes.
Al separar la población según grupos de edad, se observó una prevalencia ascendente con la edad (El sexo masculino presentó una prevalencia general de 67,65%, mayor respecto al femenino, cuya prevalencia fue de
51,31%.
En cuanto a las diferentes etnias estudiadas, la población Toba presentó una prevalencia de 53,57%, la población Wichi
de 59,30%, y la población Pilagá de 48,28%.
La prevalencia de 69,17% (83/120) encontrada en la localidad Misión Nueva Pompeya es significativamente mayor(p<0,001; OR=0,44) que el valor hallado en otras localidades (El Sauzalito, Pampa del Indio, Estanislao del
Campo)(Gráfico 1).
Tabla 1: Seroprevalencia general por edad
Edad (años) n Positivos % Positivos
6 - 15 48 23 47,92
16 - 30 181 92 50,83
31 - 45 85 55 64,71
46 - 60 31 19 61,29
mayor a 61 24 17 70,83
Total 369 206 55,83
Discusión
La prevalencia general de infección encontrada (55,83%) supera ampliamente a la tasa de infección para el país (menor
que 8%)
En la población aborigen formoseña la prevalencia hallada de 48,28%, es inferior al 61,00% obtenido en un estudio de
Wichis y Pilagás realizado en el período 2001 – 2002 (8). Sin embargo supera en 4 veces la tasa de 10,15% para
población general de la Provincia en 1999 (10).
La prevalencia de 57,23% encontrada en la población aborigen chaqueña, es muy semejante a la hallada en un estudio
de comunidades rurales (aborígenes y criollas) del Chaco en el período 1999 – 2000 (53.20%) (3). Se observó una
prevalencia ascendente con la edad, fenómeno probablemente asociado con el mayor tiempo de exposición al vector en
comunidades en las que no se evidencia intervención sanitaria en forma permanente.
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Como las estadísticas de salud de Argentina no discriminan la pertenencia étnica, hay un desconocimiento de la realidad
puntual de cada etnia, dentro de su contexto ecológico – social, lo que constituye un factor de alto riesgo para contraer
enfermedades, entre ellas la enfermedad de Chagas.
La lucha contra la vinchuca no sólo debe limitarse a las acciones de vigilancia, sino también al renovado ataque y
nuevas inversiones en rociado, control de bancos de sangre y de embarazadas para prevenir la transmisión congénita.
Conclusiones
Las cifras encontradas en este trabajo señalan la gravedad del problema de la endemia chagásica en la región, y
particularmente en las poblaciones aborígenes, e indican la impetuosa necesidad de implementar tareas de control
vectorial, tomando decisiones político – sanitarias, hacia comunidades a menudo olvidadas.
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