Visita frecuente en Córdoba, el cardiólogo, sanitarista y epidemiólogo italiano Gianni Tognoni (69) disertó ayer en el Pabellón Argentina. En una actividad conjunta de la UNC y el Pami, el especialista insistió en forjar una cultura de la prevención y no del medicamento. En un auditorio integrado por representantes de la tercera edad, hubo muchas dudas sobre la gripe A (H1N1). En concreto, sobre la experiencia europea y la necesidad de incorporar o no la respectiva vacuna al calendario estacional.
A esta altura, demás está decir que la mayoría de los gobiernos, y de las propias autoridades sanitarias, promovieron una suerte de pánico frente a la gripe A o H1N1.
Gianni Tognoni, sanitarista italiano
“A esta altura, demás está decir que la mayoría de los gobiernos, y de las propias autoridades sanitarias, promovieron una suerte de pánico frente a la gripe A o H1N1. Los que estamos en el tema veíamos que la información era sesgada, que no se basaba en evidencia científica y, por último, que la declaración de pandemia era alarmista. Pero la alarma no se ha disipado. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) todavía no se expresó de manera adecuada”, dijo Tognoni y agregó al respecto que “Ya no se dice gripe ‘porcícola’ (combinación de aviaria y porcina); se dice H1N1, por el virus aislado y clasificado, y porque suena mucho más científico”.
Tras reconocer que la Argentina fue “uno de los pocos países que hizo un seguimiento concienzudo sobre el tema”, dijo: “Muchos eourpeos nos remitimos a esa evaluación”.
“Es comprensible que Latinoamérica se haya preocupado tanto por esta forma de influenza. Se suponía que atacaba peor a los jóvenes y embarazadas. En la Argentina, la mortalidad materna es un problema concreto. No así en Europa central. Mientras cundía la alarma, se desarrollaba una batería de tests para empezar a producir la nueva vacuna antigripal. Sin embargo, en los hechos aumentó la producción pero no la investigación”, agregó Tognoni.
El especialista italiano fue muy critico al considerar: “Hoy podemos decir que el fracaso de la vacuna es total, uno de los más grandes de la historia de la medicina. En Europa no es obligatoria, ni masiva. En Italia se vacunó menos del 10 por ciento de la población. El fiasco fue tan grande, que varios Estados europeos quieren recuperar los fondos invertidos en esa vacuna antigripal. No tuvieron mejor idea que proponer su envío a ‘países menos favorecidos’, y así quedar como solidarios y no como meros ingenuos”. No obstante, admitió: “Por supuesto que la vacuna genera anticuerpos. Pero así como no hay evidencia de que provoque daños colaterales, tampoco la hay de que sea francamente necesaria ante una enfermedad cuyos riesgos no están comprobados”.
