lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo



lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo

Reflexiones sobre tradiciones académicas, saberes populares,
terapias rituales y fragmentos de creencias indígenas
Anatilde Idoyaga Molina
Mercedes Sarudiansky

en el presente artículo, las autoras describen las medicinas tradicionales en el noroeste 

argentino, particularmente el curanderismo, el autotratamiento tradicional o medicina 
casera. A partir de materiales originales, obtenidos mediante entrevistas abiertas, extensas y 
recurrentes a informantes calificados y grupos naturales, se intentará mostrar que las prácticas 
de legos y de curanderos sintetizan antiguas teorías biomédicas –en su mayoría de raigambre 
humoral– con saberes de la medicina popular europea aportados desde el siglo XVI hasta el 
XX, y con prácticas rituales, muchas de éstas de raigambre católica o asociadas y refiguradas 
en términos de ese sistema de creencias. 
Palabras clave: medicina tradicional, autotratamiento tradicional, NOA, Argentina.
ABSTRAcT
In the present article, the authors describe traditional medicines in the Northwest of Argentina 
(NOA), particularly the quack medicine, and the traditional homemade medicine. From 
original materials, obtained through open and extensive interviews made to key informants 
and natural groups, they will try to show that the practices of lay people and healers synthesize 
old biomedical theories –mostly related to the humoral ideas– with the European popular 
medicine from century XVI to the XX, and with ritual practices, many of them catholic or 
associated in terms of that system of beliefs.
Key words: Traditional medicine, home-made medicine, Northwest, Argentina.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
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INTRoDUccIóN
Las nociones y prácticas relativas a la enfermedad y la terapia son parte de la cosmovisión 
y están permeadas por la dinámica histórica, que a partir de situaciones de contacto 
interétnico produce síntesis culturales.
1
 En el noroeste argentino (NOA) son medicinas 
tradicionales el curanderismo y el autotratamiento tradicional o medicina casera. Este 
último es la praxis terapéutica de los legos, quienes con más o menos saberes son, en 
una aldea rural, la mayoría de los adultos. El curandero es un especialista que aplica 
conocimientos adquiridos en una iniciación y multiplicados mediante el ejercicio 
de su profesión, que le permiten atender cualquier tipo de enfermedad y otras clases 
de infortunios, tales como problemas laborales y familiares, pérdidas económicas, 
desavenencias afectivas, inconvenientes en los sembradíos o en la producción ganadera; es 
también capaz de deshacer daños, incluso de disipar tormentas y de manejar fenómenos 
atmosféricos.
En esta oportunidad, intentamos mostrar que las prácticas de legos y de curanderos 
sintetizan antiguas teorías biomédicas –en su mayoría de raigambre humoral– con 
saberes de la medicina popular europea aportados desde el siglo XVI hasta el XX, y 
con prácticas rituales, muchas de éstas de raigambre católica o asociadas y refiguradas 
en términos de ese sistema de creencias. Contenidos a los que puede sumarse, 
eventualmente, algún fragmento indígena.
Llamamos la atención sobre la relevancia de la influencia de la medicina académica 
y de las creencias católicas, en virtud de que en la bibliografía se ha prestado poca 
atención al origen y/o influencia de la medicina humoral y biomédica en general de 
muchos saberes, tampoco se ha señalado el carácter de élite que poseían tradiciones hoy 
meramente populares. Esta situación evidencia que se han privilegiado en los análisis 
los aportes de la medicina popular europea y de las tradiciones indígenas, los que 
han sido en muchos casos incluso exagerados.
2
 Intentamos mostrar a estas medicinas 
1
 Terence Turner, “Ethno-ethnohistory: myth and history in native South American representation 
of contact with western society”, en Jonathan Hill (ed.), Rethinking History and Myth, University of 
Illinois Press, Urbana y Chicago, 1988, pp. 235-281.
2
 M. Cristina Bianchetti, Cosmovisión sobrenatural de la locura. Pautas populares de salud mental en 
la Puna Argentina, Ediciones Hanne, Salta, 1996. Silvia García, “Conocimiento empírico, magia y 
religión en la medicina popular de los Departamentos de Esquina y Goya (Corrientes)”, en Cultura 
tradicional en el Área del Paraná Medio, Instituto Nacional de Antropología/Bracht Editores. Buenos 
Aires, 1984, pp. 255-268. Anatilde Idoyaga Molina, “Natural and Mythical explanations. Reflections 
on the taxonomies of disease in North-Western Argentina (NWA)”, Acta Americana, 8(1), 2000a, 
pp. 17-32 y Culturas, enfermedades y medicinas. Reflexiones sobre la atención de la salud en contextos ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 317
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como totalidades, como sistemas holísticos integradores de lo que esquemáticamente 
podríamos denominar remedios (conocimientos y prácticas originados en la medicina 
oficial) manipulación de lo sagrado (prácticas diagnostico-terapéuticas rituales, uso de 
ensalmos, de símbolos rituales del catolicismo, etcétera) y no como sistemas duales, 
pasibles de entenderse como nociones sobre la enfermedad y la terapia que evocan, por 
un lado, contenidos naturales y, por otro, mágicos y/o sobrenaturales.
3
Estos resultados expuestos son parte de la labor desarrollada en sucesivos proyectos de 
investigación, financiados por la Agencia FONCYT del Ministerio de Ciencia, Tecnología 
e Innovación Productiva y el Instituto Universitario Nacional del Arte, instituciones a 
las que agradecemos expresamente. Los materiales sobre los que nos basamos fueron 
recabados en numerosos trabajos de campo, iniciados en 1997. Los datos se obtuvieron 
a partir de entrevistas abiertas, extensas y recurrentes a informantes calificados y grupos 
naturales. Realizamos además, observación y observación participante.
INFlUeNcIAS hUMoRAleS y BIoMÉDIcAS eN lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS
La medicina humoral aporta: a) su concepción natural de la salud como un estado de 
balance o equilibrio corpóreo/emocional, b) la teoría del contagio de los males a través 
del aire, c) la clasificación de los males y los remedios en cálidos y fríos y d) el principio 
de la mayor vulnerabilidad de los niños –concepción que aún está en vigencia– entre 
otros aspectos, que iremos señalando a lo largo del trabajo.
Estos saberes incluyen los modos de administrar y preparar remedios, utilizando 
principalmente productos vegetales, en menor medida, minerales y, a veces, animales, 
así como la aplicación de ventosas, cataplasmas, parches y sanguijuelas; la recurrencia a 
interculturales de Argentina, Prensa del Instituto Universitario Nacional del Arte, Buenos Aires, 2002a. 
Dora Jiménez de Puparelli, “Función de la medicina popular entrerriana y su relación con la medicina 
oficial”, en Cultura tradicional del área del Paraná Medio, Instituto Nacional de Antropología/Bracht 
Editores, Buenos Aires, 1984, pp. 235-254. Néstor Palma, La medicina popular en el noroeste argentino, 
Ediciones Huemul, Buenos Aires, 1978. Armando Pérez de Nucci, Magia y chamanismo en la medicina 
popular del Noroeste Argentino, Editorial Universitaria de Tucumán, San Miguel de Tucumán, 1989. 
Hugo Ratier, La medicina popular, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1972.
3
 M. Cristina Bianchetti, Cosmovisión sobrenatural de la locura..., op. cit.; Silvia García, “Conocimiento 
empírico, magia y religión en la medicina popular...”, op. cit.; Néstor Palma, La medicina popular en 
el noroeste argentino, op. cit.; Armando Pérez de Nucci, Magia y chamanismo en la medicina popular 
del noroeste argentino, op. cit.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
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los baños de asiento, masajes, al acomodamiento de huesos, tratamiento de luxaciones 
y quebraduras, entre otras técnicas. 
Se advierte la raigambre humoral en las nociones que explican las dolencias como 
resultado de desbalances térmicos y alimenticios. Resfríos, anginas, catarros, neumonías, 
pulmonías, algunos tipos de mal aire y la insolación, entre otros males, muestran el 
modo en que el ambiente y el clima se constituyen en fuentes de enfermedad, pues las 
dolencias mencionadas se deben a la exposición a corrientes de aire, a cambios bruscos 
de temperatura o al exceso de frío o de calor, mientras que la alimentación inadecuada o 
conductas impropias durante la digestión causan empacho, problemas estomacales, renales 
y presión arterial. Es dañino comer y beber excesivamente, tomar bebidas o alimentos fríos, 
ingerir carnes pesadas, cortar el proceso digestivo por inmersión y combinar alimentos 
inapropiados. Cabe mencionar que todavía en España las etiologías de la enfermedad 
remiten a problemas de alimentación y al consumo de bebidas.
4
La noción humoral –y la de los actores sociales– de enfermedad, implica un modelo 
de desequilibrio endógeno cuando el mal se atribuye a fallas en la alimentación o en 
el proceso digestivo y un modelo exógeno cuando la dolencia se debe a los efectos de 
la temperatura, los aires o los rayos del sol.
Entre las enfermedades frías figuran el frío de estómago, el resfrío, el catarro, la gripe, 
las anginas, los problemas menstruales y pulmonares, la neumonía, las puntadas en la 
cintura, los dolores en los huesos, el reuma y el mal aire. Las terapias para estos males 
son cálidas e incluyen infusiones, baños, cataplasmas, ventosas, friegas, sahumerios, 
productos vegetales, animales y minerales.
La arcilla de Cafayate (Salta) es buena para los huesos, es caliente. Cuando uno está 
mal de los pulmones o del pecho usa una cataplasma y toma té de toronjil. La grasa de 
la iguana se utiliza para friegas, es cálida. La cataplasma se la ponían a la gente que caía 
enferma con neumonía, cataplasma de lino con mostaza. Cuando tiene el huesito de la 
cola doblado hay que levantar el huesito con ventosa. Para los desgarros y el dolor de 
huesos se usa la grasa de animales. Uno derrite la grasa y fricciona. 
Para los actores la condición de cálido o frío de la enfermedad y de los remedios es 
literal o metafóricamente térmica. Es literal cuando se habla de los aires y vientos, los 
rayos del sol, el agua fría, las corrientes de agua, de algunos animales como sapos y víboras 
4
 Pedro Gómez García, “Teorías étnicas y etnológicas sobre la terapéutica popular”, en José 
González Alcantud y Salvador Rodríguez Becerra (eds.), Creer y curar. La medicina popular, Biblioteca 
de Etnología/Diputación Provincial de Granada, Granada, 1996, p. 219.ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 319
diversa
y los remedios que producen efecto refrescante o calórico. Es metafórica en fármacos 
preparados con vegetales, en el agua bendita, en los alimentos y en otras sustancias. 
El carácter cálido de los elementos usados es térmico cuando es una propiedad del 
elemento o de la preparación, como se advierte en la arcilla, los paños y las cataplasmas o 
cuando el remedio produce un efecto calórico, como sucede con las grasas y ungüentos 
utilizados para dar masajes. Son metafóricamente cálidos los elementos sometidos a 
cocción o fermentación como el azúcar tostada, el vino, el aceite, el cebo, la sal y el lino. 
Entre los vegetales son cálidos los de olores y sabores fuertes y penetrantes, propiedades 
que son extraídas mediante la cocción. De acuerdo con Mariño Ferro,
5
 en la medicina 
hipocrática el sabor cumplía un rol fundamental en la atribución de la calidad a los 
vegetales. Las plantas amargas eran cálidas y secas y las ácidas frías y secas, mientras 
que intervenía el color para completar la clasificación, el rojo identificaba las cálidas y 
húmedas y el blanco las frías y húmedas. La mostaza en la medicina humoral clásica 
es cálida;
6
 en la visión de los actores del NOA es el olor fuerte y penetrante lo que la 
define como cálida y es por ello que se agrega a las cataplasmas, costumbre que, por 
otra parte, es vigente en Francia.
7
Las enfermedades cálidas incluyen la insolación, la fiebre, los granos, forúnculos y 
abscesos, el dolor de muelas, las picaduras, el ardor estomacal, las hernias, la presión 
arterial y los males cardíacos derivados. Las terapias pertinentes usan elementos fríos 
que facilitan la compensación buscada.
Para la insolación se pone un vaso de agua fría en la cabeza. Las sanguijuelas se usan 
para bajar la fiebre y el calor, son frías. La enfermedad de las muelas es caliente. Se le 
pone un parche frío.
El llantén es bueno para las muelas. Para la presión se puede tomar el té de cola de 
caballo, el ajo también es bueno. Los paños fríos se colocan sobre las muelas hinchadas. 
Se usan bálsamos que son fríos para enfermedades calientes. 
Es fácil advertir la condición térmica de algunos remedios fríos como los paños 
embebidos en agua natural y en alcohol. Los bálsamos y los parches responden a 
5
 Xosé Mariño Ferro, “Los dos sistemas de la medicina tradicional”, en González Alcantud, José 
y Rodríguez Becerra, Salvador (eds.), Creer y curar. La medicina popular, Biblioteca de Etnología, 
Diputación Provincial de Granada, Granada, 1996, p. 432.
6
 George Foster, Hipocrates’ Latin American Legacy. Humoral medicine in the new world, Gordon 
and Breach Science Publishers, Nueva York, 1994, p. 195.
7
 François Laplantine, Antropología de la enfermedad. Estudio etnológico de las representaciones etiológicas 
y terapéuticas en la sociedad occidental contemporánea, Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1999, p. 205.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
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similares criterios en tanto calman por enfriamiento el ardor y el dolor, mientras que 
las salmueras y el bicarbonato producen efecto refrescante. La víbora es fría al tacto y 
por extensión lo es la pomada hecha con grasa de los boídeos. Son metafóricamente 
fríos los vegetales suaves y dulces, en especial son los que se utilizan para ardores 
estomacales y problemas de presión.
La terapia hace uso de sustancias de signo contrario al de la dolencia. La eficacia se 
atribuye a la compensación del organismo a través de elementos fríos si la enfermedad 
es cálida y viceversa. Es un mecanismo de compensación y regulación que recupera el 
equilibrio, es decir, la salud. Desde la perspectiva de los actores, suman a la sanación las 
acciones simbólicas que se realizan, como la señal de la cruz o las oraciones que suelen 
acompañar el consumo de remedios. Por ejemplo, se acostumbra rociar los elementos 
que se adosan a la cataplasma haciendo una cruz y el enfermo suele persignarse antes 
de consumir los fármacos. En este sentido afirmábamos que es una medicina holística, 
integradora de saberes de tradición científica y acciones rituales, en la que no se pueden 
separar praxis naturales y sobrenaturales sin violentar el punto de vista de los actores 
vulnerando el conjunto que es visto y vivido como una totalidad.
La lógica de la cura está en relación con la idea de enfermedad. Frío y cálido 
representan dos extremos negativos para la salud, denotada por lo tibio, la compensación 
a través de terapias del signo opuesto a la del mal regenera el equilibrio deseado. Las 
ideas sobre los vegetales les asignan diversos poderes, entre éstos el terapéutico, lo que 
explica su eficacia sobre el organismo. La utilización de símbolos del catolicismo refuerza 
el proceso de cura en tanto se apropia del poder ritual de las acciones ejecutadas.
Esta clasificación de los males y de los elementos terapéuticos en fríos y cálidos 
evidencia los cambios que la teoría humoral sufrió en la Argentina. La medicina 
humoral clásica tenía sustento en la doble oposición de las categorías de cálido/frío 
y seco/húmedo. Estas nociones hacían a valores humorales que nada tenían que ver 
con aspectos térmicos o simbólicos, sino que determinaban el tipo de complexión del 
individuo en cuatro categorías: flemático, sanguíneo, colérico y melancólico. Entre 
las metamorfosis que sufrió esta teoría, figura el cambio en la idea de humor que 
dejó de ser un valor para referir a un concepto térmico, la pérdida de la oposición 
seco/húmedo y del fundamento natural de la teoría, en tanto pasó a incluir contenidos 
mítico-religiosos; así, se clasificaron dolencias no naturales como la brujería y el mal 
de ojo, que son tenidas por frías en algunas áreas del NOA y en Cuyo, mientras que 
son definidas como cálidas en la Mesopotamia.
8
8
 Anatilde Idoyaga Molina, “El simbolismo de lo cálido y lo frío. Reflexiones sobre el daño, la 
prevención y la terapia entre criollos de San Juan (Argentina)”, Mitológicas, XIV, 1999, pp. 16-17.ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 321
diversa
Otras ideas humorales que tuvieron gran impacto fueron las que explican el origen 
de la enfermedad a través del contagio producido por el aire viciado, tal como sucede 
en diversas etiologías que dan cuenta del mal de ojo y del mal aire.
9
 De más está decir 
que ambos morbos eran reconocidos por la medicina humoral en el siglo XVI y que 
algunos de los saberes respecto del mal aire se perpetuaron en el higienismo hasta el 
siglo XX, en la teoría de la ventilación. En el caso del mal de ojo, más allá de las causas 
estrictamente naturales, la medicina académica aceptaba que la envidia, los celos u 
otros sentimientos negativos se expandían como ponzoña en el aire y así causaban el 
mal en quien fuere víctima de tan fatales miradas y sentimientos y, lo que más, aun sin 
necesidad de que se produjera el contacto visivo, pues el aire emponzoñado continuaba 
contagiando el mal después de que se retirara el causante del enviciamiento del mismo.
10
El aire podía viciarse y causar mal aire por motivos diversos, por ejemplo, al absorber 
la enfermedad de árboles y cualquier ente del paisaje natural o de las casas, enseres y 
objetos corrompidos, incluso de las personas sufrientes de distintos males.
11
Las manifestaciones del mal aire son de dos tipos: musculares y problemas dérmicos. 
Los primeros son el cuadro más conocido, se alude a dolores en el cuello, los oídos y 
a contracturas musculares. Entre los tratamientos, figuran los masajes con una barra 
de azufre en la zona afectada. 
Ideas biomédicas posteriores a las humorales, por ejemplo de los siglos XVIII y XIX, 
incluso del XX se advierten en las explicaciones, teorías etiológicas y manifestaciones 
referidas al mal conocido como nervios –comúnmente bilis en términos humorales. 
Tales concepciones populares reflejan los cambiantes saberes oficiales que se fueron 
sucediendo desde el siglo XVII hasta el XIX. Así por ejemplo, devienen de la biomedicina 
las siguientes ideas: a) que bebidas y comidas alteran los nervios y con ello las conductas 
de las personas, afectando su moralidad, b) que la debilidad intrínseca de los nervios 
explica la depresión y otros malestares emocionales, c) que la neurastenia lleva al llanto 
y a las experiencias de pánico, a la vez, estas últimas afectan el estado de los nervios, d) 
que existe un temperamento nervioso, visible en las personas que tienden a expresiones 
de ira, enojo y cólera, e) que el estudio intensivo, los pensamientos recurrentes y las 
9
 Anatilde Idoyaga Molina, “El mal de ojo entre los zapotecas (México) y las categorías conceptuales 
de Kearney: ¿cosmovisión paranoica u opresión étnica?”, Perspectivas Latinoamericanas), núm. 3, 2006.
10
 Enrique de Aragón, Marqués de Villena, “Tratado del aojamiento”, en F. Almagro y J. Carpintero 
(eds.), Heurística a Villena y los tres tratados, 1976 [1425] [www.wordtheque.com/pls/wordtc].
11
 Las teorías sobre el mal aire remiten también a causas no naturales. El mal aire penetra en el 
cuerpo cuando uno permanece o pasa por lugares de energías negativas. También deidades y brujos 
causan mal aire manipulando el viento y las brisas.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
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pasiones de la mente traen problemas nerviosos,  f ) que las experiencias de pánico o 
sustos pueden destensar los nervios provocando enfermedad, g) que los nervios son 
una suerte de cuerdas, algunas relacionadas con la moral otras con el conocimiento. 
Así, una persona puede sufrir de alteración en los nervios morales pero no en los 
cognitivos, tal era el caso de Lord Byron para la medicina académica en virtud, de que 
era un gran poeta pero de moralidad reprochable.
12
 En definitiva, se advierte cómo las 
concepciones sobre el padecimiento de ciertas enfermedades están asociadas al control 
social de la moralidad impuesto por las tradiciones cristianas.
En fin, podríamos continuar con otro conjunto de males como la lepra, la disentería, 
el empacho, entre muchos otros, pero por cuestiones de espacio nos limitamos a 
los aspectos ya señalados a los que consideramos buena muestra de las influencias 
biomédicas. 
lAS pRÁcTIcAS De loS leGoS y lA TeRApÉUTIcA RITUAl
Las técnicas terapéutico-rituales más comunes entre los legos figuran los ensalmos 
–conocidos en la zona también como “cura de palabra” y “cura por secreto”–, el método 
diagnóstico-terapéutico a partir del agua y el aceite para curar el mal de ojo, la utilización 
de un trapo rojo para el sarampión, la medida para el empacho, la tinta china para 
la culebrilla (un herpes), el recorte del pie en una hoja de higuera o de tuna para las 
hemorroides, entre otros procedimientos que suelen combinarse con los ensalmos.
La mayoría de los adultos en los contextos rurales conoce fórmulas para diversas 
enfermedades, tales como las quemaduras, el empacho, los desgarros, la hernia, la 
angina, el dolor y ardor de estómago, el dolor de muelas, las verrugas, las hemorroides, 
el susto, el mal de ojo y el daño. Estas fórmulas son secretas y sólo se transmiten en 
Viernes Santo, Nochebuena o en la víspera de San Juan. Normalmente, quien enseña 
dice la o las fórmulas y el aprendiz las graba en su memoria. Ambos deben estar en 
ayunas, condición que también se recomienda en ocasión de su uso terapéutico. 
Antes de pronunciar las oraciones el curador se persigna y suele hacer la señal de la 
cruz en la frente o en la parte afectada del cuerpo del doliente. En el tratamiento de 
algunas enfermedades, la enunciación de la fórmula es acompañada por otras técnicas, 
12
 Anatilde Idoyaga Molina, “Los nervios: un taxón tradicional en el NOA. Reflexiones sobre las 
teorías de la enfermedad”, Mitológicas, XVII, 2002b. Anatilde Idoyaga Molina y Natalia Luxardo, 
“Experiencia de nervios entre mexicanos residentes en Estados Unidos”, Scripta Ethnologica, XXVI, 
pp. 155-159, 2004.ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 323
diversa
tal como sucede en la cura del empacho, la culebrilla, la hernia, las hemorroides y de 
las verrugas. Estas prácticas, aunque se reiteran, pueden variar según los conocimientos 
de cada curador.
13
Las oraciones se dicen en silencio, invocando la ayuda y el poder de Dios, de la 
Virgen o de algún santo. El contenido hace referencia a la vida de Cristo, a la Virgen, 
al poder y beatitud de la Santísima Trinidad y se ordena que la verdad enunciada se 
haga realidad en el enfermo, cuyo nombre se indica expresamente. A continuación se 
rezan tres Ave María o tres Padre Nuestro si en el texto se invoca a la Trinidad o alguna 
de las figuras que la integran. Si el pedido compromete la intervención de un santo, 
una sola plegaria es suficiente.
La conexión entre el mal que aqueja al doliente y las palabras utilizadas varía. La 
relación es directa cuando la fórmula cita un episodio en el que Jesús curó esa misma 
enfermedad o cuando la oración hace referencia concreta a la dolencia padecida, 
señalándose que será curada en virtud del poder de la deidad. La narración de un 
episodio del Nuevo Testamento actualiza el poder de Cristo y lo hace presente, el 
rezo se convierte en la acción de Cristo aquí y ahora. Por otra parte, puede no haber 
conexión alguna entre la oración y la enfermedad que se trata, sólo se pide que tal o 
cual mal fuera curado después de decir la fórmula. En muchas fórmulas se reitera la 
veracidad del hecho enunciado, lo que remarca su carácter fundante. 
La invocación a los santos se funda en sus acciones, las que se relacionan en forma 
directa o indirecta con el mal que sufre el individuo. En algunos casos, el santo invocado 
ha atravesado por los mismos pesares que el doliente, ha muerto en la hoguera como 
San Pantaleón o ha sido ciego, sordo, etcétera. En estos casos, lo emulado para que actúe 
simbólicamente es la carencia y no la abundancia, vale decir la lógica terapéutica que 
opera es la de la semejanza y no la de la oposición. En algunas fórmulas se combinan 
ambas representaciones (oposición y semejanza), aludiendo por oposición a Dios Padre, 
Cristo o la Trinidad y por semejanza a un santo determinado.
Los ensalmos, al igual que en España, no sólo se usan para tratar a personas, sino 
también para curar animales, propiciar sembradíos y restaurar espacios maculados. Un 
ejemplo del último tipo es: “Que se vaya el mal y que entre el bien como hizo Jesús 
en Jerusalén”.
13
 Para curar el empacho se usa una cinta para realizar el diagnóstico y comprobar el éxito del 
tratamiento o se “tira el cuerito” mientras se recitan las fórmulas y se hace 3 veces la señal de la cruz 
sobre la espalda del paciente antes y después de decir las oraciones. La culebrilla se cura escribiendo con 
tinta china y al revés Jesús, María y José en el extremo del herpe. La atención de hernias y hemorroides 
se acompaña del recorte del pie en una hoja de higuera o tuna. Las verrugas son contadas una y otra 
vez hasta su eliminación.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
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La fórmula permite recalificar el espacio que se ha cargado de potencia negativa 
y, a la vez, proteger la casa y el ambiente que la circunda. La mención a Jesús y sus 
acciones opera como referencia mítica originaria y actualizable a través de la palabra. 
Así, como Jesús entró triunfante en Jerusalén, el ambiente corrompido por la brujería 
o la envidia será restaurado por el curador.
La fórmula curativa debe repetirse tres veces, una a continuación de la otra o durante 
tres días consecutivos. Repetición que se apropia del poder sagrado del número tres, 
el que deviene de ser el número de la Santísima Trinidad.
La invocación y pedido a las deidades del catolicismo y la alusión a la Trinidad 
nos permiten afirmar que la cura es una muestra de su poder y los episodios del 
Nuevo Testamento son el ciclo mítico que fundamenta la cura por ensalmos. La vida 
de Cristo fue objeto de un proceso de mitificación, que le confiere la condición de 
realidad trascendente, como sucede con los hechos históricos que se incorporan en 
los corpus mitológicos.
14
 En este sentido, es un ejemplo de mitificación de la historia 
e historificación del mito.
15
 Además, la instrumentación del poder de las narraciones 
bíblicas se entiende en función de los atributos de etiológico, cosmogónico, ejemplar, 
sagrado, metatemporal y actualizable del mito.
16
La cura por ensalmo requiere de la presencia del paciente cuando el rezo es 
acompañado de otras acciones, en caso contrario al terapeuta le basta con saber el 
nombre de la persona, el lugar donde se encuentra y el mal que la aqueja. Ello se debe 
a que el nombre es una de las entidades de la persona y, por ende, a partir de éste se 
la puede sanar o dañar.
El empleo de ensalmos es un buen ejemplo de la influencia española en la medicina 
tradicional del NOA, sin por ello negar la dinámica histórica y los consecuentes procesos 
de transformación de costumbres y representaciones.
Entre las dolencias cuyo tratamiento requiere de prácticas que acompañan al ensalmo 
y al consumo de etnofármacos figura el mal de ojo, especialmente peligroso para los 
niños, que se presenta en síntomas polimorfos como cefaleas, inapetencia y desgano, 
entre otros. Las explicaciones sobre el origen del padecimiento remiten de índole diversa, 
14
 Marshall Sahlins, Historical metaphors and mythical realities, University of Michigan Press, Ann 
Arbor, 1981.
15
 Jonathan Hill, “Myth and History”, en J. Hill, Jonathan (ed.), Rethinking History and Myth, 
University of Illinois Press, Urbana y Chicago, 1988, pp. 1-34. Terence Turner, “Ethno-ethnohistory: 
myth and history in native South American...”, op. cit.
16
 Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, ERA, México, 1972. George Gusdorf, Mito y 
metafísica, Ediciones Nova, Buenos Aires, 1960. Adolf Jensen, Mito y culto entre pueblos primitivos, Fondo 
de Cultura Económica, México, 1966. Maurice Leenhardt, Do Kamo, Eudeba, Buenos Aires, 1961.ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 325
diversa
entre las que aparecen las causas naturales, antiguamente aceptadas y definidas por la 
medicina humoral. De acuerdo con esta última, el mal se trasmite por el aire, tanto son 
dañinos los aires fríos como los cálidos, así como las irradiaciones de los cuerpos celestes, 
en el caso del NOA especialmente el sol, aunque también la luna en otras regiones 
del país, además son nocivos los aires corruptos por individuos o animales muertos 
o que padecen de alteraciones humorales. Tales alteraciones se deben a desbalances 
orgánicos resultantes de: a) cusas naturales –personas y/o animales cansados, sedientos, 
hambrientos, transpirados, en estado cálido, mujeres menstruantes o embarazadas, 
animales en celo, etcétera–,  b) causas emocionales –personas que experimentan 
sentimientos de envidia, celos, admiración, deseo, etcétera–, c) causas morales –personas 
que han transgredido valores sociales, morales y pecadores, como adúlteros, borrachos, 
lujuriosos, fornicadores, prostitutas, ladrones, etcétera. Posiblemente, la biologización 
de emociones y comportamientos aceptada por la medicina humoral en tiempos 
medievales y modernos responde a la influencia de la Iglesia, que se valió del trabajo 
de los médicos como una importante herramienta de misionización y de imposición 
de mecanismos de control social. Por otra parte, causan mal de ojo especialmente las 
miradas y las palabras que implican halagos y cumplidos, pero además el hálito y la 
respiración, así como los sentimientos y deseos de las personas que miran, tocan o 
piensan en seres más débiles, entre los que se encuentran los niños.
Más allá de las explicaciones enraizadas en los saberes de la medicina humoral, otras 
teorías etiológicas dan cuenta de los aportes de la medicina popular europea que hacen 
hincapié en la envidia como motivo principal del daño que pueden sufrir los humanos, 
animales, vegetales, objetos, casas, etcétera. En el plano de los sentimientos también 
figura el cariño asociado habitualmente a la añoranza que sienten los parientes cercanos 
cuando no pueden estar con los seres amados. 
El mal de ojo puede resultar de acción involuntaria o no. Cuando es intencional se 
asocia con la envidia y con la idea de que el ojeador puede ser cualquiera en virtud de dos 
criterios: en primer lugar, cualquiera puede experimentar envidia y, en segundo término, 
se trata de un sentimiento tan fuerte que empodera a cualquiera con independencia de la 
energía que posea cada persona. Cuando el padecimiento de mal de ojo deviene de una 
situación involuntaria se asocia a la capacidad de individuos de gran fuerza que añoran, 
piensan, miran o tocan a otro más débil, produciéndole un desbalance energético. En este 
último caso, el mal suele asociarse con sentimientos de cariño –que exceden el control de 
quien los experimenta– y a identificar al ojeador entre los parientes de la víctima. 
La técnica diagnóstico-terapéutica a través del agua y el aceite consiste en agregar 
unas gotas de aceite a un recipiente con agua. Habitualmente se explica que si las gotas 
se expanden en pequeños círculos, el padecimiento es el mal de ojo. Si se han echado a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
326 NUevA ÉpocA • AÑo 24 • NÚM. 66 • MAyo-AGoSTo 2011
dos gotas, los círculos representan la mirada que causó la dolencia, mientras que si el 
número de gotas es otro la mera expansión acredita la identidad de la dolencia. 
El poder del aceite y del agua –recordemos que ambos se usaron y se usan en los 
rituales del bautismo– se asocia a las representaciones del cristianismo. En el caso que nos 
ocupa, el poder purificatorio de ambos elementos permite la realización del diagnóstico 
e inicia el proceso terapéutico. Dichos elementos eliminan las energías negativas del 
cuerpo del doliente, así como eliminan el pecado en la ceremonia del bautismo.
Existen otras terapias rituales, que no se originan en las creencias del catolicismo, si no 
que muestran su fusión con tales creencias en virtud de que se asocian a rezos, señales de 
la cruz, la triple iteración de una acción, ensalmos, entre otros usos rituales y simbólicos. 
Obviamente, diversas tradiciones se funden en las prácticas rituales dejando develar, 
a veces, horizontes de significados más amplios en los cuales las prácticas se inscriben. 
Un caso interesante es el de las técnicas utilizadas en relación con el sarampión, cuyo 
tratamiento produce la cura al estilo de la homeopatía.
Las paperas, el sarampión, los curan la gente del campo. Se cura friccionando con maíz 
y un trapo rojo y se pone a la luz un trapo rojo para que ilumine todo rojo. Se envuelve 
el maíz desgranado en el trapo rojo y se pasa (Carlos Salta).
El manejo terapéutico-ritual incluye elementos similares a la enfermedad en lo que 
hace a los granos de maíz que se asimilan a los exantemas y en lo relativo al rojo que 
emula el mal a través del trapo y la luz. Laplantine
17
 denominó homeopatía ritual a las 
curaciones en las que los símbolos manipulados son semejantes y no opuestos al signo 
de la enfermedad. El uso de telas y elementos rojos es frecuente –aun hoy en día– entre 
los curanderos de Francia y entre los campesinos de España e Italia, muchos de ellos 
inmigrantes a nuestro país y, por ende, trasmisores de estos saberes.
La eficacia curativa del rojo hace también al simbolismo del color, que se asocia 
a la vida, a la fuerza, a la energía vital. Este perfil en relación con la salud se advierte 
también en el uso de vestimentas y cintas rojas para prevenir el ojeo, la envidia y la 
brujería. En el caso descripto, la lógica de la terapia tiene sentido en la compensación 
del doliente por adición de lo mismo. La enfermedad se piensa como pérdida y requiere 
de una terapia restitutiva o aditiva.
Sintetizando, la medicina doméstica se vale de la combinación de los ensalmos –y 
los procedimientos asociados– con las ideas de la medicina humoral refiguradas. El rito 
maneja el poder de símbolos y acciones mayoritariamente del catolicismo y actualiza el 
17
 François Laplantine, Antropología de la enfermedad..., op. cit., p. 192ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 327
diversa
poder del tiempo originario y de las deidades, se vale también de los números sagrados y del 
simbolismo de los colores. La medicina humoral, entre otros aspectos, aporta las nociones 
de salud y enfermedad como equilibrios y desequilibrios humorales, la clasificación 
de los animales y los remedios en fríos y cálidos, las teorías de contagio por el aire y 
numerosas recetas, cuya eficacia pone en juego las representaciones sobre los vegetales, 
minerales, animales y del ambiente. Otras teorías biomédicas, refieren explicaciones sobre 
el padecimiento de las enfermedades nerviosas y otras antiguas técnicas, hoy dejadas de 
lado, como los baños de agua fría, los golpes con ramas de olivo para tratar la histeria y 
diversas infusiones para calmar los estados de cólera y nerviosismo.
lAS pRÁcTIcAS Del cURANDeRo y lA TeRApÉUTIcA RITUAl
Entre las técnicas que el curandero maneja, algunas tienen relación con dolencias 
específicas y otras son apropiadas para cualquier mal; a la vez, cada sanador impone 
sus estilos particulares. En la  praxis terapéutica, la acción ritual y el concomitante 
manejo del poder es continuo. La cura involucra a deidades, seres humanos poderosos 
y la calificación del espacio y del tiempo. El terapeuta se enfrenta a brujos causantes 
de daños, a ambientes terribles que provocan enfermedades y a deidades, algunas 
decididamente negativas como el diablo y otras que, aunque más benignas, provocan 
dolencias y otros perjuicios como represalia a las ofensas y faltas que se cometen.
Las prácticas y nociones rituales que dan sentido al actuar del curandero remiten, 
en buena parte, en cuanto sistema de creencia al catolicismo. Entre éstas figuran la 
invocación y los rezos a las deidades, la repetición de la señal de la cruz, la alusión a la 
Trinidad al ejecutar tres veces cualquier acción, los lavados purificatorios, la ingestión 
de agua bendita y el sahumado de pacientes y de espacios.
En estas páginas nos concentramos especialmente en las terapias de raigambre católica 
a fin de analizar sus significados, dando por hecho que los procedimientos terapéuticos 
guardan consonancia lógica con la idea de enfermedad.
Es oportuno destacar que diversas representaciones del catolicismo dan soporte a 
teorías etiológicas de la enfermedad y a prácticas terapéuticas. En este sentido, debemos 
mencionar la visión dual de la persona conformada por cuerpo y entidades anímicas, 
incluyendo el espíritu,
18
 que explica manifestaciones y etiologías de enfermedades, así 
18
 El concepto de espíritu fue refigurado y es una de las entidades que integra la persona, diferente 
del alma, vale decir el sujeto tiene un alma, un cuerpo, un espíritu y un nombre. Sobre las almas y 
el poder en el sujeto véase Gerardus van der Leeuw, Fenomenología de la religión, Fondo de Cultura 
Económica, México, 1964.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
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como prácticas terapéuticas. Tal es el caso del susto que supone la pérdida del alma y 
del mal conocido como agarradura, que implica o el rapto del alma o del espíritu.
19
Asimismo, es de capital importancia el bautismo, que provee el significado purificatorio 
y terapéutico al agua, al agua bendita y al aceite y que además aporta la noción de 
renacimiento simbólico y dota de nombre a la persona. El nombre es un alma nombre, 
que tiene un papel importante en la terapia y que, a la vez, puede ser objeto de daño. 
Las figuras de santos, vírgenes, Cristo e incluso Dios Padre son fundamentales puesto 
que actúan como iniciadores y auxiliares del curandero, pueden causar enfermedades y 
constituyen arquetipos, cuyas acciones suelen actualizarse por repetición mítico-ritual. 
Por su parte, la figura del diablo se asocia con la enfermedad y con otros daños, con 
la brujería y con los brujos, con la calificación del tiempo de carnaval y con el ámbito 
nocturno. Las creencias relativas a la supervivencia del alma dan cuenta de las relaciones 
entre hombres y difuntos. Este nexo puede tener un cariz positivo, como se observa 
en las almas que se convierten en ayudantes del curandero, pero también puede ser un 
vínculo negativo cuando el difunto trasmite el mal conocido como sombra o aikadura.
20
Señalemos, finalmente, que las emociones que se definen como pecados capitales –la 
envidia y la cólera– se asocian a manifestaciones de dos taxa tradicionales: los nervios, 
causados por sentimientos de ira o cólera y la envidia que causa el mal homónimo. 
También la gula, la lujuria, la pereza, la avaricia y la soberbia aparecen en la etiología 
de males particulares, por ejemplo, la gula como fundamento del empacho, aunque 
en especial se conectan a desequilibrios religioso-rituales.
21
Entre las acciones rituales que se ejecutan en todas las terapias figuran los rezos, la 
invocación a las deidades, el sahumado, el alumbrado con velas, el uso de agua bendita, 
las repeticiones de la señal de la cruz, la alusión a la Trinidad y a otros símbolos del 
catolicismo. Desde esta perspectiva, las acciones rituales del curandero actualizan y 
canalizan el poder del tiempo primigenio y de las figuras míticas involucradas.
19
 El diablo puede causar agarradura por pura malignidad o por el incumplimiento de los pactos 
que realiza con los hombres. Sobre el diablo véase Luis Amaya, “El Diablo Criollo”, Cuartas Jornadas 
Nacionales de Folklore, Prensa del Ministerio de Educación, Buenos Aires, 1996, pp. 107-140. Claudia 
Forgione, “El tío, Diablo o Supay. Una realidad del mundo puneño”, Scripta Ethnologica, XVIII, 1996. 
Cristina Krause, “El Diablo y los duendes cordilleranos”, en Selección de textos de Folklore del Mercosur, 
Prensa del INSPF-IUNA, Buenos Aires, 1995, pp. 105-124.
20
 Los muertos causan la sombra o  aikadura. Cuando la mujer grávida concurre a velorios o 
cementerios o ve un cadáver humano o animal contagia el mal al feto. En los adultos, resulta de pensar 
con añoranza en los seres queridos que han muerto recientemente.
21
 Anatilde Idoyaga Molina, “Natural and Mythical explanations...”, op. cit., 2002a, p. 86.ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 329
diversa
Entre los significados de acciones rituales muestran su raigambre católica, la ingestión 
y aspersión de agua bendita en las que se alude a su valor purificatorio y terapéutico. 
El agua se da a beber y/o se rocía a los pacientes, puede contribuir a sanar el empacho, 
disipar las energías negativas del malhecho, mitigar el dolor causado por el mal aire 
o contribuir a recuperar el alma del asustado. La aspersión de agua bendita se usa 
también para limpiar ambientes corrompidos por la presencia de daños o de brujos, su 
capacidad purificatoria permite la restauración de la calidad del espacio. La aspersión 
suele incluir preparaciones con agua, ruda, contra hierba y vinagre.
Más allá del simbolismo católico, el agua es un purificador en muchos tratamientos, 
tal como se advierte en la atención de la tiricia, un desequilibrio socio-emocional,
22
 que 
se debe a la pérdida de vínculos con la madre o el padre, por muerte o alejamiento. Su 
terapia incluye el tirado simbólico de la tristeza al agua; el hacer presente al ser ausente 
mediante sus vestimentas y en los sueños del enfermo.
El poder regenerador y aniquilador del fuego es utilizado en la terapia y posee un 
claro simbolismo en el sistema de creencias del catolicismo, recordemos, por ejemplo, 
la incineración de las brujas. Es el elemento de mayor significación en las técnicas que 
eliminan el daño, se aniquila el mal mediante la incineración del paquete, envoltorio 
y/o elementos embrujados. De no ser esto posible, el daño se quema simbólicamente de 
dos formas: a través del sahumado del paciente –el humo es un equivalente semántico 
del fuego– o mediante la incineración del alumbre o el plomo que previamente se ha 
pasado por el cuerpo del doliente y que ya ha sustraído –al menos parcialmente– el 
daño del cuerpo de la víctima. 
La incineración del alumbre o del plomo es una técnica diagnóstico-terapéutica de 
origen popular, que permite identificar el mal que padece el paciente según la forma 
que tome el mineral después de su contacto con el fuego, pero a la vez inicia la curación 
al extraer el mal/sustancia del cuerpo del enfermo. Antiguamente, el sahumado era 
típico durante la celebración de la misa, en la que el incienso se usaba para curar los 
males del cuerpo y del alma que padecían los feligreses. 
Además de utilizarse el incienso, al enfermo se lo suele sahumar con ruda, romero, 
yerba, azúcar u otros vegetales, dado que en las representaciones de los actores son 
elementos fuertes, con poder terapéutico y que, por ende, purifican el cuerpo a partir del 
humo. La melaza, hecha de los mismos elementos, se usa para dar masajes que, al poner en 
contacto el poder del vegetal con el cuerpo del doliente, facultan la acción terapéutica.
El poder del humo no es sólo terapéutico, es vehículo preferencial en la comunicación 
del curandero con las entidades anímicas y las deidades. El humo alude al poder del 
fuego mientras que el sahumado y las melazas vegetales hacen también al simbolismo 
22
 Anatilde Idoyaga Molina, “Los nervios: un taxón tradicional en el NOA...”, op. cit., 2002b, p. 56.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
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de los vegetales, que resulta de la reinterpretación de la medicina humoral en términos 
de poder, representación que incluye a vegetales, animales y minerales. El sahumado de 
personas, casas u otros bienes cumple con una función preventiva y terapéutica. La ruda 
y el romero impiden que las emanaciones, los daños, el mal de ojo y las envidias alcancen 
a la persona, la casa o al bien que se desea proteger. 
La señal de la cruz es un poderoso símbolo de sanación en cuanto connota la muerte 
y resurrección de Cristo. Es una acción absolutamente reiterada; el curandero suele 
santiguarse al empezar y al terminar el ritual terapéutico, la hace, además, sobre el 
cuerpo del doliente y con el sahumerio durante la cura.
De acuerdo con los actores, el hacer la señal de la cruz posee una doble 
fundamentación, por un lado, invoca el poder y la protección de Dios y, por otro, 
implica un acto simbólico que actualiza el poder de Cristo, canalizado a través del 
curandero. Finalmente, la cruz –la habitual o la de Caravaca– suele colocarse cerca de 
la entrada de la casa con fines preventivos. 
Las invocaciones, las oraciones circunstanciales y los rezos estandarizados a las 
deidades ponen en escena otra de las técnicas terapéutico-rituales de origen católico. 
Se trata de acciones que realiza el curandero tanto en ocasión de la terapia junto al 
doliente como en los rituales que ejecuta solo, generalmente por la noche, para facilitar 
el diálogo con las entidades míticas. 
Estas técnicas son destinadas a comunicarse con las deidades –Dios, Cristo, la 
Trinidad, Pachamama (la Madre Tierra o simplemente la tierra), santos y vírgenes 
oficiales y populares– e intentan apropiarse del poder de las mismas. La acción ritual 
pretende una suma de poderes y voluntades que aporten eficacia a la cura. Cada sanador 
suele repetir especialmente oraciones invocando al o los santos que se desempeñan 
como sus auxiliares, a ellos les ora pidiéndoles por la salud del enfermo.
La utilización de velas muestra también la influencia del catolicismo. El curandero 
alumbra a sus auxiliares favoritos como contraprestación a la ayuda que recibe de éstos. 
Para algunos sanadores la lectura de la vela es el método diagnóstico preferido. En este 
caso, se enciende una vela por paciente y se corta el pabilo a medida que se avanza en 
la detección de las afecciones que aquejan al consultante o si este último interrumpe la 
lectura y pregunta sobre alguna cuestión concreta. 
La significación de la mayoría de los elementos mencionados hasta aquí se 
funda en las creencias y símbolos del catolicismo, combinados con otros elementos 
principalmente de la medicina humoral. No obstante, en el extremo norte de la región 
aparece la figura de la Pachamama, dejando ver la pervivencia de creencias indígenas, a 
veces profundamente reformuladas cuando se la identifica literalmente con la tierra y 
los males que ésta puede acarrear de acuerdo con el modelo de las creencias humorales, 
otras veces mantiene el perfil de una deidad ambivalente dadora de bienes, pero que ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 331
diversa
exige numerosas contraprestaciones. Se trata de una relación que no se diferencia 
básicamente de la que los individuos mantienen con los santos y las vírgenes del 
catolicismo, la que si bien hoy en día es expresión del catolicismo popular, incluía las 
concepciones de las élites en siglos anteriores.
Entre los procedimientos para tratar males específicos vale la pena analizar el susto, 
en el que se debe llamar al espíritu o al alma del enfermo. Con este fin, el curandero 
separa la piel de la frente y sopla en dicha dirección para luego pronunciar el nombre 
del doliente, posibilita de esta manera, que el espíritu reingrese a su habitual locus
corpóreo. Para localizar el espíritu, el terapeuta da vueltas en las inmediaciones de la 
vivienda, mientras repite el nombre completo del paciente, preguntándole dónde está 
e invitándolo a regresar. Con el mismo objeto, el curador agita la mano mostrando 
al espíritu ropas u otras pertenencias del doliente, hecho que se fundamenta en una 
noción de corporalidad que involucra tanto la materia anímica como la vestimenta. El 
llamado debe hacerse tres veces en forma consecutiva. La reiteración del nombre de la 
víctima manipula la potencia del número tres y es, por ende, terapéutica.
El equilibrio armónico entre el cuerpo y el alma implica una idea de salud y 
enfermedad definible más en términos religiosos que biológicos. El alma o espíritu es el 
centro de poder del individuo y fundamento de sus capacidades intelectuales, motoras 
y afectivas, por lo tanto, la recuperación del alma implica el reequilibrio del poder y, 
en forma concomitante, de la salud. El llamado del espíritu revela que el nombre es 
otra de las entidades que integra la persona, más exactamente que la constituye y que 
es, al igual que el cuerpo y el alma, depositario de su vitalidad. La lógica de esta praxis
radica en reunir las entidades, de cuyo equilibrio depende la salud.
En el tratamiento de la brujería suele llamarse al enfermo por su nombre para impedir 
la disociación de cuerpo y espíritu. En este caso, el llamado tiene un sentido preventivo 
y no terapéutico. La acción curativa que distingue a la brujería es la incineración real 
o simbólica del daño.
Existen diversas dolencias que hemos denominado desequilibrios religioso-rituales, 
que se originan en la represalia de las deidades por violación de tabúes, incumplimiento 
ceremonial o voluntad negativa de los seres míticos. En ellas, el aspecto distintivo de 
la terapia es la restauración del equilibrio entre el individuo y la deidad.
En el caso de la agarradura y la sopladura
23
 causadas por las deidades, la acción 
distintiva es la realización de la ofrenda que no hubiera sido hecha o la compensación 
a partir de generosas ofrendas.
23
 La sopladura es una emanación que se instala en el cuerpo. Causan sopladura las deidades –por 
incumplimiento ritual– y los muertos cuando el individuo entra en contacto voluntariamente (o no) con 
urnas funerarias y otras sepulturas, por excavar esos sitios o por llevarse piezas arqueológicas. La terapia a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
332 NUevA ÉpocA • AÑo 24 • NÚM. 66 • MAyo-AGoSTo 2011
Las deidades castigan el incumplimiento ritual, causando enfermedad y otros males. 
Así, por ejemplo, un individuo que tenía las imágenes de los Reyes Magos y habiendo 
llegado el 6 de enero no ofreció celebración alguna,
24
 padeció de derrame cerebral.
Las terapias en esos casos exigen que el doliente rece y pida perdón a las deidades 
involucradas y, como acciones compensatorias, la realización de lo que fue omitido, 
vale decir una celebración y el cumplimiento de la promesa al santo o virgen. 
El diablo causa el mal si las personas que han pactado con él no cumplen sus pedidos 
o violan el acuerdo. El accionar punitorio del maligno debe entenderse, en este caso, 
en términos de contrapaso. Otras veces, enferma por pura malignidad sustrayendo el 
alma al individuo o compeliéndolo al suicidio. Las posibilidades de que un incauto 
caiga en poder del diablo aumentan en carnaval, lapso dominado por el demonio y en 
el que su presencia entre la gente no sólo es permanente, sino que además es convocada 
por los hombres a partir de la ceremonia de desentierro. 
En el tratamiento de la agarradura del diablo, el doliente debe trasladarse hasta 
el lugar en que el maligno le sustrajo y escondió el alma para liberarla y adosarla al 
cuerpo del enfermo.
En la cura de los males que hemos denominado desequilibrios religioso-rituales, se 
advierte el carácter sagrado de la terapia, expresado en la cantidad de poderes y seres 
que interactúan y se entrecruzan, tales como las deidades tradicionales –especialmente 
Pachamama- y del catolicismo -Dios, Cristo, la Trinidad, el diablo, vírgenes y santos–, el 
poder de los elementos y símbolos manipulados en los rituales terapéuticos –tales como 
los rezos y las invocaciones a las figuras míticas, las señales de la cruz, el alumbrado con 
velas, la ingestión de agua bendita, el sahumado de vegetales y de los más diversos objetos 
incluidos en los preparados para ofrendar a las entidades míticas– el poder del fuego 
canalizado a través del humo, el poder del ambiente, de animales, vegetales y minerales, 
la calificación del espacio y del tiempo, el poder del sujeto a partir del nombre, el cuerpo 
y el espíritu y, finalmente, el poder del terapeuta y el de sus espíritus auxiliares.
Estas técnicas incluyen terapéuticas rituales destinadas a restablecer el equilibrio 
entre el hombre, la sociedad, el ambiente y las deidades. Por ejemplo, cuando el 
mal se debe a fallas, como no celebrar las ceremonias debidas o ser mezquino en las 
implica la sustracción de la enfermedad, la compensación ritual del ser mítico ofendido y devolver las 
piezas sustraídas. Sobre este tema véase M. Cristina Bianchetti, Cosmovisión sobrenatural de la locura..., 
op. cit., y Anatilde Idoyaga Molina, “Natural and Mythical explanations...”, op. cit., 2002a.
24
 Los poseedores de imágenes de seres míticos deben ofrecer una fiesta en su honor en su día 
calendárico. El dueño de la imagen es generoso para ser socialmente respetado y seguir contando con 
la protección de la figura.ARGUMeNToS • UAM-X • MÉXIco 333
diversa
ofrendas, no cumplir con la promesa hecha a un santo o a una virgen, transitar por 
espacios negativos, violar tabúes en relación con los muertos y/o los ambientes sagrados, 
entre otras posibilidades. Los rituales terapéuticos incluyen la comunicación con la 
deidad que se hubiera ofendido. Es igualmente fundamental la ejecución de acciones 
compensatorias de la ofensa cometida. Estas acciones son necesarias para recuperar la 
salud física, pues la idea de salud es integral y aquel que ha cometido una falta ritual 
la padece, entre otros aspectos, en el nivel orgánico. 
coNclUSIoNeS
Las medicinas tradicionales en el NOA son la medicina doméstica y el curanderismo. 
Ambas combinan nociones y prácticas de la medicina humoral (y otras prácticas 
biomédicas), saberes de la medicina popular y rituales terapéuticos muchos de ellos de 
raigambre católica o resemantizados en dicho sistema de creencia y algunas tradiciones 
indígenas. La influencia de la medicina humoral se advierte en las concepciones de 
la salud, la enfermedad y la terapia como equilibrios y desequilibrios humorales, en 
ciertas concepciones sobre males específicos, tales como el mal de ojo, el mal aire, el 
empacho y otro conjunto de taxa que todavía son reconocidos por la biomedicina como 
las anginas, la disentería, la tiricia, el pulmonía, etcétera, mientras que la influencia de 
teorías académicas más modernas se deja ver en las concepciones sobre los trastornos 
nerviosos y mentales. Los aportes de raigambre popular se aprecian en numerosas 
técnicas diagnósticas y terapéuticas, tales como la del agua y el aceite, la de la medida, la 
extracción del mal con alumbre o plomo, la prevención de la enfermedad con amuletos, 
el papel de santos y muertos como auxiliares de los curanderos, los procedimientos 
para curar la culebrilla, las hemorroides, las verrugas y en algunas teorías etiológicas 
de la enfermedad, entre otros aspectos.
Entre las terapias rituales se destacan los ensalmos, invocaciones, rezos, manipulación 
del poder sagrado de diversas entidades y de los símbolos del catolicismo, así como 
otras técnicas de raigambre popular como la homeopatía del rojo en el tratamiento de 
las paperas, el conteo de las verrugas y el uso de tinta china en la cura de la culebrilla. 
Las concepciones religiosas compartidas por las élites y los sectores populares aportaron 
las creencias en la brujería, en pactos con el diablo, en el mal hecho como enfermedad 
inscripta en la esfera del daño, en dolencias que se asocian con pecados capitales, la 
identificación de las entidades que integran la persona y el uso purificatorio del agua 
y el fuego, entre otros contenidos.a. idoYaGa y m. sarudianskY   lAS MeDIcINAS TRADIcIoNAleS eN el NoRoeSTe ARGeNTINo
334 NUevA ÉpocA • AÑo 24 • NÚM. 66 • MAyo-AGoSTo 2011
Algún fragmento indígena encontramos en la existencia de deidades como la 
Pachamama, la costumbre de “challar” o convidar a la Madre Tierra con lo que se esté 
comiendo o bebiendo. No obstante, en el último caso no debemos olvidar la tradición 
occidental de las libaciones las deidades.
Las medicinas tradicionales del NOA carecerían de sentido sin conceptos como los 
de cuerpo, alma, espíritu, pecado, ensalmo, brujo, curandero, santos y vírgenes, diablo, 
carnaval y, más en el general, el sistema de creencias del catolicismo asociado con 
tradiciones humorales y biomédicas, como la clasificación de los males y los remedios 
en cálidos y fríos, el contagio de las enfermedades por los aires, la debilidad/fuerza de 
las personas y su relación con la vulnerabilidad a contraer diversos males, la importancia 
terapéutica de sabores, olores y colores, las formas en que se afectan los nervios, entre 
otros aspectos.
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